Termistores

Los termistores cambian la resistencia con un cambio de temperatura. No amplifican, rectifican, polarizan ni generan señal. La temperatura del termistor puede cambiarse mediante la temperatura circundante o autocalentando el termistor al pasar una corriente a través de él. La mayoría de las aplicaciones, como la medición y el control de la temperatura o la compensación de bobinas de cobre, requieren que la potencia dispersada en un termistor se mantenga al mínimo para no calentarlo perceptiblemente. Otras aplicaciones dependen enteramente del efecto de autocalentamiento. Cuando la temperatura circundante es fija, la resistencia de un termistor es en gran medida una función de la potencia que se dispersa en su interior, elevando su temperatura por encima de la temperatura ambiente. En estas condiciones de funcionamiento, la temperatura puede aumentar de 100 °C a 200 °C [121 °F a 392 °F] y la resistencia puede reducirse a 1/1000 de su valor original a baja corriente. La característica de calentamiento proporciona un amplio campo de usos para los termistores. En el estado de autocalentamiento, es térmicamente sensible (su resistencia cambiará) a cualquier condición, cambiando la velocidad a la que el calor se aleja de él. Si la tasa de eliminación de calor es idealmente fija, entonces el termistor es sensible a la entrada de energía y adecuado para su uso en aplicaciones de control de nivel de voltaje o potencia.